Algunos afirman que la historia de los antibióticos como tal comenzó en 1928, cuando un científico británico llamado Alexander Fleming descubrió la penicilina.
Casi 90 años después, el uso generalizado de los antibióticos químicos ha llevado a que las bacterias se hagan cada vez más resistentes a estos. Por eso, algunos científicos están recurriendo a métodos de prevención del pasado para encontrar nuevas armas contra las infecciones. Uno de estos métodos es aprovechar los beneficios del sol y el aire.
Así, como lo oye. El médico británico John Lettsom (1744-1815) recetó aire marino y sol para los niños que sufrían de tuberculosis. En 1840, el cirujano George Bodington se percató de que aquellos que trabajaban al aire libre, como granjeros, agricultores y pastores, por lo general no se enfermaban de tuberculosis, mientras que los que pasaban la mayor parte del tiempo en espacios cerrados eran más propensos a padecerla.
Es cierto, la ciencia ha avanzado a gran velocidad y mucho desde entonces. Sin embargo, estudios recientes han llegado a conclusiones similares. Por ejemplo, una investigación llevada a cabo en China en el año 2011 descubrió que los dormitorios universitarios abarrotados y con escasa ventilación contribuye a la propagación de infecciones respiratorias. Y la OMS reconoce que permitir que el aire fresco entre en los edificios es importante para el control de las infecciones. De hecho, los manuales publicados en 2009 recomiendan la ventilación natural como medida eficaz para reducir el riesgo de infección en los centros médicos, eso sí, siempre que el centro no este ubicado en una zona de alta contaminación o de ruido, o que las normativas contra incendios y de seguridad no lo permitan.
¿Cuál es la explicación científica? ¿De que manera el sol y el aire fresco evitan las infecciones?
Los estudios realizados en un centro del Ministerio de Defensa del Reino Unido nos dan algunas respuestas. Los científicos querían averiguar cuánto tiempo sobrevivirían al aire las bacterias mortales de una bomba biológica, si una de estas explotara en Londres. Para ello aseguraron microorganismos E.coli a hilos de tela de araña y los dejaron al aire libre. Dicho experimento se hizo de noche, pues se sabía que el sol mata esas bacterias. Unas dos horas más tarde, ¡casi todas las bacterias estaban muertas! Es sumamente llamativo el hecho de que la mayoría de estos microrganismos que, por otro lado, fueron encerrados en una caja, en el mismo lugar y a la misma temperatura y humedad, sobrevivieron. Aunque por el momento no se ha podido definir con exactitud qué es lo que sucede, los investigadores apuntan a un compuesto que existe en el aire y que “actúa como un desinfectante natural que elimina los gérmenes latentes en la atmosfera”.
Y la luz del sol también tiene propiedades desinfectantes. La publicación científica Journal of Hospital Infection explica que “la mayoría de los microbios que trasmiten infecciones por el aire no tolera la luz del sol”.
¿Cómo puede usted sacar provecho de todo esto? Tenga la costumbre de dar un paseo en algún momento del día, tome el sol con moderación y respire aire fresco. Seguro que le sentará bien. Desde Mupiti, como Mutualidad de Previsión Social, deseamos motivar todas aquellas acciones que, llevadas a cabo con equilibrio, ayuden a mejorar nuestra salud física y emocional.