Algunos especialistas opinan que cada vez somos menos pacientes. Según The Gazette, un diario de Montreal (Canadá), algunos investigadores creen que “la tecnología digital está cambiando nuestras vidas […]. Los resultados instantáneos que proporcionan estos avances tecnológicos han aumentado nuestro apetito por la gratificación inmediata”.
La doctora Jennifer Hartstein, psicóloga infantil, adolescente y familiar, comentó algo que nos invita a la reflexión: “Hemos olvidado el arte de vivir más despacio y saborear el momento”.
Incluso hay quienes opinan que el correo electrónico está perdiendo popularidad y que en un futuro podría tener los días contados debido a que muchos usuarios se impacientan al tener que esperar horas, incluso minutos, para que les respondan. Además, en este tipo de correo lo normal es incluir palabras de introducción y de despedida, lo que hace que cada vez más personas opinen que son formalidades innecesarias y prefieren mensajes instantáneos.
Y no es menos llamativo la cantidad de email con erratas, faltas de ortografía o que se envían a un destinatario incorrecto; en la mayoría de los casos porque no se revisan con cuidado como consecuencia de la impaciencia y las prisas. Y que decir de la cantidad de malentendidos por no leer bien y todo el contenido de un texto de determinada extensión.
En otros ámbitos sucede algo parecido. Gente que come muy deprisa, habla atropelladamente, anda muy rápido o conduce a gran velocidad. Los pocos segundos que tarda en llegar un ascensor o en cambiar de color el semáforo son una eternidad para muchos y les causa estrés.
La impaciencia es perjudicial para todos. Quizás pensemos que los demás son impacientes, pero lo cierto es que la mayoría de nosotros actuamos con poca paciencia más a menudo de lo que creemos.
Piensa en esto: ¿Te impacientas a menudo con las personas mayores?, ¿no dejas de apretar el botón del ascensor una y otra vez mientras lo esperas? Si tienes hijos, ¿te alteran con demasiada facilidad?, ¿te pones nervioso porque el automóvil que va delante de ti va “demasiado despacio” ?, ¿acabas de llegar a un restaurante y te inquietas si no te atienden inmediatamente?
Bueno, aunque a veces hay cosas que nos alteran y con cierta razón, la verdad es que todos en algún momento somos poco pacientes y debemos prestar atención a que esto no sea algo habitual y suceda cada día. ¿Por qué? Porque tiene consecuencias que nos afectan negativamente. Veamos algunas de ellas.
Perjudica la salud.
La impaciencia está relacionada con la frustración y la irritación, emociones negativas que incrementan el estrés. La Asociación Médica Americana publicó un estudio en el que indicó que la impaciencia es un factor de riesgo de la hipertensión.
Tambien, favorece la obesidad. “Los investigadores han descubierto que las personas ansiosas tienen más probabilidades de ser obesas que las que saben esperar”, informó el periódico The Washington Post. Hoy la comida rápida se puede obtener durante las 24 horas del día en muchos países, de manera que a los consumidores impacientes les resulta difícil no consumir este tipo de comida habitualmente.
Problemas económicos.
Según la revista Research Review, publicada por el Banco de la Reserva Federal de Boston (Estados Unidos), existe una relación entre la impaciencia y el “aumento del endeudamiento”.
Quienes desean obtener algún bien material de manera inmediata, sin tener el dinero para comprarlo, se ven tentados a comprar a crédito y, en muchas ocasiones, sin sopesar si podrán terminar de pagarlo.
Mala consejera
Un grupo de analistas que colaboró con el Centro de Investigación Pew, en Washington D. C., observó que las personas que se dejan llevar por la impaciencia “suelen tomar decisiones rápidas sin meditarlas”. El profesor Ilango Ponnuswami, jefe del Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Bharathidasan (India), concluyó algo parecido: “La impaciencia sale cara: puede costarnos dinero, amistades, sufrimientos, etc., por la sencilla razón de que a menudo conduce a malas decisiones”.
Rompe amistades
Cuando alguien no tiene la paciencia necesaria para escuchar con atención a quien le está hablando por lo general dice cosas que no debe o no son correctas. Incluso se adelanta a terminar las frases de los que están hablando sin que hayan terminado de hablar o busca cualquier otra manera de acelerar la conversación.
Este tipo de comportamiento estropea las amistades o puede romperlas. La doctora Jennifer Hartstein, mencionada antes, comenta: “¿A quién le apetece estar con alguien que se pasa todo el tiempo dando golpecitos con sus dedos sobre la mesa o mirando el reloj vez tras vez?”. Es obvio que ser impaciente deteriora las relaciones personales y puede acabar con las amistades.
Vale la pena esforzarse por ser más pacientes.
Como hemos analizado, estas son solo algunas consecuencias de ser impaciente, aunque hay más.
De manera que es muy importante que nos esforcemos por ser más pacientes y trabajemos en ello. Aunque al principio nos cueste trabajo, seguro que con el tiempo notaremos los buenos efectos en nuestra salud, nuestra economía, nuestras decisiones y nuestras amistades.
Desde luego, intentarlo vale la pena. Y, como siempre, desde Mupiti animamos y fomentamos los buenos hábitos, especialmente todo lo que beneficie nuestra salud y, en consecuencia, nuestro bienestar personal y el de nuestro entorno.